La lana es una de las fibras textiles más utilizadas en Europa desde tiempos remotos. Este nombre se aplica a las fibras suaves y rizadas que se obtienen principalmente de la piel de las ovejas domésticas y que se utilizan en la fabricación de textiles, pero existen además otros animales que la proporcionan (aunque en menor cantidad), tales como la alpaca, el camello, el guanaco, la cabra de cachemira, el conejo de angora, la llama, la vicuña, la cabra mohair y el yak.
Químicamente, la lana es una fibra de proteína llamada queratina, que se caracteriza por su finura, elasticidad (se puede alargar hasta un 50% de su longitud sin romperse), longitud (aproximadamente entre 35 a 350 mm) y aptitud para el afieltrado. Estas características se deben a que la superficie externa de las fibras que la forman está constituida por escamas muy pequeñas, abundantes y puntiagudas que sólo están fijas por su base y encajadas a presión.
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